La calidad de la
educación,
extrañamente medida,
por pruebas que
estandarizan
y reducen la
perspectiva.
Lo humano desaparece,
porque cuentan los
resultados.
La formación, sin
duda,
pasa a segundo plano.
Se centra todo
entrenamiento
no en acompañamiento,
todo se hace rutina,
políticas que industrializan
.
Cuando el gobierno
anuncia
algunas suspendidas,[1]
se cae en la sospecha
de su verdadera
valía.
Propuestas de turno,
procesos truncados,
decisiones económicas,
consecuencias
peligrosas.
Incentivos detenidos,
prácticas
cuestionables,
posibles alternativas
decisiones fundamentales.
Se necesita seriedad
para pasar la prueba,
de educación con prioridad,
manejada con
seriedad.
Nora Liliana Vásquez Pérez