Esos ojos, esas almas,
a las puertas de las aulas,
esperando ser recibidas, acogidas,
atendidas, comprendidas.
Esos niños, esas niñas,
en total expectativa,
digiriendo información,
con la emoción contenida.
Esa escuela para ellos
ya sea descrita o
vivida,
imaginada, comentada,
tan odiada y tan amada.
Esa tensión incontrolable,
ansiando un hola amable
bienvenida con sonrisa,
y unas manos que invitan.
Ese momento crucial,
que depende de un encuentro,
de expresiones y gestos,
de mutuos sentimientos.
Ese cruce del umbral,
del que ya no hay salida,
en el que la infancia confía
sea un viaje con buena compañía.
Nora
Liliana Vásquez Pérez