Ser maestro
en el marco de ser humano
es saberse tocado,
por la propia vulnerabilidad.
Es dar a las emociones
una oportunidad
y los sentimientos
asumir con humildad.
Es tener miedo a fallar,
sentirse derrotado a veces,
equivocarse, arrepentirse,
así mismo intentar levantar.
Reconocerse débil,
confundido e incapaz,
saberse no invencible
actuando desde lo sensible.
Identificar el propio potencial,
hacer conciencia plena
del interior en equilibrio,
de la dimensión espiritual.
Es no despersonalizarse,
ni cubrirse de heroísmo,
es dar a la sencillez,
cabida en el diario vivir.
Nora Liliana Vásquez Pérez