Edgar Morin, citado por Pérez Lindo (2010) expresa: “La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Estamos en la era planetaria; una aventura común se apodera de los humanos donde quiera que estén. Estos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano”[1] ¡Y el futuro es ya!, añado yo. Educar desde y para lo humano, humanizar la educación, en un contexto pluridiverso y multicultural, lo cual exige del maestro bondad, apertura, comprensión, una actitud incluyente. Hay que desaprender, dar vuelta al enfoque de la homogeneidad, de la uniformidad, ser capaz de aceptar la diferencia, vivirla y celebrarla.
La Pedagogía en su relación con la cultura, está llamada a acoger, a valorar, a propiciar encuentros, a reconocer, a defender, a vincular y/o perpetuar.
La Pedagogía en su relación con la cultura, está llamada a acoger, a valorar, a propiciar encuentros, a reconocer, a defender, a vincular y/o perpetuar.
Un primer paso será reconocer la condición humana del maestro y su participación en la cultura como gestor y no solo como transmisor de la misma; he aquí otro reto en el campo docente.