Es necesario apartarse,
dejar cosas por un tiempo,
dar cabida a la calma,
a lo familiar, al silencio.
Refugiarse en lo cotidiano,
en lo diariamente aplazado,
escucharse a uno mismo
y participar del encuentro.
Con el otro, con los otros,
con el ayer y el momento,
hacer balance de vida
y revisar el trayecto.
Regalarse unos espacios
sin programación, sin prisa,
para revolcar recuerdos
y vislumbrar salidas.
Que podamos vivenciar
el agite y el sereno,
refrescar cuerpo y alma,
y reiniciar… no hay remedio .
Nora
Liliana Vásquez Pérez
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