A los niños viajeros,
que van de allá para acá,
y que aprenden a andar
con el morral a cuestas.
A los que no hacen raíces,
porque lo tienen sabido,
que hoy es aquí
y mañana por allí.
A los que los adultos llevan
de un lugar a otro,
porque sus penas y dolores,
los obligan a huir.
A los que saben marcharse
sin cuadernos, sin carpetas,
sin recuerdos, sin amigos
sin juguetes, ni apegos.
A los que pasan por la escuela,
la disfrutan o la sufren,
y ya un día no vuelven,
se marchan de repente.
A esos nómadas,
con corazón de grandes,
ya curtidos de experiencias,
de vivencias y lugares.
A los que he conocido,
largo rato o un suspiro,
y que ser su maestra
la vida me ha permitido.
A esos que me han enseñado,
lo que significa ser niño,
en el mundo cambiante,
de eternos caminantes.
Nora Liliana Vàsquez Pérez
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